Fueron más de cuarenta invitados de ocho países los que trabajaron en seis islas del Archipiélago de Quinchao durante el V Congreso Internacional Arte, Ilustración y Cultura Visual en Educación: “Pensar lo Invisible”. Organizado por la Universidad de Los Lagos, la Universidad de Granada y la Universidad de La República de Uruguay, el encuentro, que tuvo como subsedes el CECREA, la sede Castro de ULagos y la Bibliolancha de Chiloé, concluyó con la lectura de un manifiesto, el que fue redactado por quienes participaron del encuentro.
Entre el 28 de marzo y 1 de abril se desarrolló en Chiloé el V Congreso Internacional Arte, Ilustración y Cultura Visual en Educación: “Pensar lo Invisible”. Este encuentro, que congregó a más de cuarenta invitados de 8 países, tuvo como sede principal la localidad de Curaco de Vélez (isla de Quinchao) y fue organizado por la Universidad de Los Lagos, la Universidad de Granada (España) y la Universidad de La República (Uruguay), entre otras instituciones, como una forma de visibilizar la educación rural, sobre todo aquella unidocente.
Participaron del congreso expertos en educación artística, ilustración y literatura de distintas universidades de Iberoamérica, quienes participaron impartiendo talleres para comunidades de escuelas rurales y realizando residencias artísticas en cinco islas del archipiélago de Quinchao. Sumado a lo anterior, se llevaron a cabo instancias de diálogo a bordo de la Bibliolancha de Chiloé, una embarcación que lleva libros a los lugares más recónditos del archipiélago.
Mónica Araus, directora de extensión de la Universidad de Magallanes, institución miembro de la Red Patagonia Cultural, señaló que “es nuestra misión como universidades públicas aportar a generar diálogos y estrategias para mejorar las políticas públicas en cultura. Es por esto que participar del congreso fue una gran experiencia de aprendizaje y de generación de redes y colaboraciones con artistas, gestores culturales y docentes de Chile e Iberoamérica, generando relaciones con comunidades en territorios aislados”.
Agustín Bontes es uno de los cuatro estudiantes de la Escuela Rural Unidocente de Tolquien en Curaco de Vélez. En su escuela se dictó el taller “Pensar con las Manos: ¿hasta dónde alcanza mi vista?” impartido por el arte educador Tomás Vega (Brasil). “El trabajo que hice se trata sobre el tiempo y el planeta, la contaminación que provocan las personas. Por eso hice dos mundos, uno antes de la contaminación y otro después”, cuenta. “Me gustó mucho esta experiencia con el tío Tomás, como construimos y jugamos a hacer cosas bonitas”, agrega Agustín de 8 años.
Fue a bordo de la Bibliolancha de Chiloé donde se llevaron a cabo diálogos sobre gestión cultural, literatura, memoria y comunicación y también “lanchamientos” de libros. Para Teolinda Higueras, quien lidera este proyecto, participar del V Congreso Internacional “significó trabajar por los invisibles que eran las comunidades más apartadas de nuestro archipiélago, donde la presencia del libro y de diferentes disciplinas artísticas no les llegaba por la condición de aislamiento en que viven, por lo que felicito esta iniciativa y hago un llamado a que sigamos construyendo futuro para los que aún están invisibles”.
Quienes participaron en las mesas de trabajo en las líneas de Creación y Educación Artística, Internacionalización y redes, Cultura Visual en educación, Gestión Cultural y territorios y Comunicación, literatura y memoria, redactaron un manifiesto, el que fue leído al cierre del congreso en la iglesia de Curaco de Vélez, ocasión en la que se presentaron los acordeonistas Sofia Moya, Claudio Bustamante y Pablo Muñoz.
Este texto proyecta una visión común, situando una reflexión crítica con motivo del congreso desde una noción de responsabilidad social y de futuro. En relación a la gestión cultural y territorios, las y los participantes del congreso manifiestan que “los procesos socioculturales dan lugar al reconocimiento de las culturas en sus máximas expresiones, respetando la diversidad cultural y los procesos continuos de creación comunitaria en contextos multiculturales, al alero del enfoque de derecho. Desde esta perspectiva, el término cultura se expresa como cultural, en sentido inclusivo tanto territorial como identitario”.
Se desprende del texto la necesidad de “superar el trabajo intelectual clásico, tanto a nivel de las metodologías como las formas de comunicación entre la diversidad de personas que participan de los ejercicios del conocer. Debemos volcarnos hacia la comunidad para aprender de las iniciativas auto imaginadas, como la misma bibliolancha que nos acogió; reforzar las lógicas de congresos que privilegian la conversación con las comunidades y que no sean solamente simposios de especialistas. Valoramos así el encuentro y la conversación por sobre la performance clásica del mundo académico”.
En este sentido, la académica M. Reyes González Vida, vicedecana de Internacionalización e Investigación en la Facultad de Bellas Artes de la Universidad de Granada (España) y codirectora del congreso, señala que “tendemos a generar encuentros con formatos preestablecidos, pero este congreso ha demostrado cuánto podemos ganar si trabajamos desde la flexibilidad y la escucha. Todos hemos cambiado durante la pandemia y nuestro congreso ha tomado conciencia de esta necesidad de cambio. Se ha abierto, por ello, a nuevas etapas educativas adoptando un formato singular, construido desde el diálogo, que pone el foco en la contingencia de los lugares, los territorios y las comunidades, ayudándonos a pesar lo invisible y a tomar conciencia de la capacidad transformadora del arte. El resultado ha superado nuestras expectativas: se han desarrollado experiencias muy profundas, que han impulsado cambios desde lo emocional”.
Una positiva evaluación hace Sergio Trabucco Zerán, subdirector de Arte, Cultura y Patrimonio de la Universidad de Los Lagos y codirector del Congreso. “Veníamos trabajando, hace ya algunos años, en la inauguración del año escolar rural en la comuna de Curaco de Vélez, por lo que poder proponer un congreso internacional con motivo de este hito nos resulta importante a la hora de hablar de lo invisible que resultan las necesidades de las comunidades emplazadas en territorios históricamente postergados. Sin duda, el haber podido concluir con éxito un congreso internacional en medio de una pandemia, es posible sólo gracias a la voluntad de instituciones, comunidades y equipos de trabajo que se unieron desde una vocación pública y es muy gratificante haber articulado y liderado con compromiso esa unión desde la universidad estatal y regional”.
En una columna de opinión publicada en Ciper, el escritor magallánico, Óscar Barrientos Bradasic, señala que “los lugares no metropolitanos se vuelven canteras para obtener imaginarios que en muchas ocasiones resultan miradas exotizantes, simplistas o falsamente ancestrales, más enfocadas en resolver los problemas existenciales y estéticos de ese artista que pasa una temporada regional, en el marco de un raro apostolado”.
El también docente concluye que “a veces, parece increíble que en un país tan centralista como en el que vivimos, gestores culturales y universidades regionales realicen una labor tan cardinal creando pensamiento”.